Chueco no puede más de alegría, por fin llega la Navidad, su época favorita del año. Pero sus ilusiones se pierden cuando Juan le informa que en aquella casa no celebran la Navidad, incluso Santa Claus sabe que no tiene que pasar por allí. Amanda le explica, a un atónito Chueco, que desde que murió Lorena, el espíritu navideño ha desaparecido del corazón de los Gustozzi. Chueco no puede quedarse de brazos cruzados y decide orquestar una terapia de shock para que recuperen la ilusión: decora el hogar con adornos navideños, incluso acude al propio Santa Claus para que nuevamente lleve regalos a la casa, pero todo es inútil. Lo que Chueco no sospecha es que Amanda es su mejor aliada para traer de vuelta el espíritu de la Navidad.