Al casarse con Nathalie, Alain no se dio cuenta de que también se casaba con su familia. Un sábado, como de costumbre, habían sido invitados a cenar en casa de su cuñado Jean-Pierre. Pero Alain esa noche está a punto de explotar como una olla exprés. Está más que harto de perderse irremediablemente por la carretera, de tener que soportar los consejos de sus cuñados, que crían a sus hijos como si fueran caballos, y de muchas cosas más. Sin embargo, aún no sabe lo que le espera esa noche y también al día siguiente.