La vida de Eduardo es su trabajo en una empresa petrolera. Desborda eficiencia, llegando casi a la obsesión, pero tiene un gran defecto: está desconectado de cualquier tipo de emoción. No obstante, esto va a cambiar cuando se ve obligado a hacer una modificación en su rutina diaria: no le queda más remedio que irse a pasar unos días a Ushuaia. Allí, se reencontrará con un viejo amigo y con su familia, reencuentro que hará que vuelva a plantearse preguntas que hacía tiempo que no se hacía.