Fiel versión televisiva de la novela de Mary Shelley. A diferencia del monstruo cinematográfico de Karloff, la criatura encarnada por Sarrazin no tiene un rostro cosido con tornillos, es un ser humano reanimado artificialmente que empieza a degenerarse poco a poco tanto física como psíquicamente. En algunos países fue presentada en salas cinematográficas (con una versión reducida de 123 min.), pero también se difundió por televisión.