Son cuatro hombres desesperados. No pretenden nada del futuro salvo lo poco que puedan arrebatarle. Han decidido asaltar un banco de provincia. El plan se cumple con precisión pero algo sale mal, y la banda debe emprender una huída precipitada. Sorpresivamente, la abulia del pueblo se transforma en una colectiva reacción de defensa que adquiere ribetes de salvajismo. A medida que los rencores y las miserias ocultas de la gente van saliendo a la luz, los delincuentes se convierten en perseguidos, las víctimas en victimarios.