En 1750, León, un patriota rebelde que ha sido herido, huye por las calles de un pueblo mejicano y se refugia en la iglesia, donde el padre José, un viejo franciscano, lo acoge y se niega terminantemente a entregarlo a las autoridades. Condenados los dos al destierro, no tienen más salida que refugiarse en San Sebastián, un mísero y apartado poblado, donde se verán acosados por toda clase de peligros.