El ejecutivo bancario Henri Rainier concede un préstamo enorme al inversionista Claude Chevalier d'Aven. Sin embargo, los negocios de Chevalier resultan tan ruinosos que el banco se ve obligado a cubrir el déficit. Por si fuera poco, Rainier es considerado culpable del desastre de la entidad financiera. A pesar de todo, Rainier, lejos de quedarse de brazos cruzados, decide demandar a su anterior jefe.